Después del 23 de mayo
Al leer la invitación del BLOG, aprovecho para subrayar algunas constataciones. Ante todo, puedo leer despacio la homilía, los discursos y los poemas que mi deteriorada audición no me permitió asimilar en el momento en que fueron pronunciados. Aprecio el estilo cercano y plástico de la homilía de Román que subraya contenidos en un lenguaje sonriente. Bien sé que las intervenciones de Juan Bautista sujetas al ritual de la liturgia civil de tales circunstancias van cargadas de intensa fe en los valores de la convivencia y de la hermandad. Gracias a los dos por dotar de contenido espiritual a ese día.
Aprovecho para explicar mi actitud personal en esta reunión: sé que en algunos momentos pude dar la impresión de retraimiento. Y que conste, el explicarlo aquí es ya un intento de querer entrar en el círculo. Me explico: en primer lugar, mi situación auditiva es lamentable, operado en los dos oídos de tímpano-plastia por el Dr. Argumedo que no pocos conocéis, raya a veces con la sordera total. Eso me retrae de todo ambiente de decibelios. En segundo lugar, se da en mí un movimiento de reserva ante aquellos que fueron mis alumnos hace cincuenta años. Es una especie de pudor ante esas historias de las que no sabes nada desde los 12 a los 65 años más o menos. Quién sabe, a lo mejor usé con vosotros más una palabra de autoridad que encubría mis limitaciones, en lugar de una palabra puramente educativa. En tercer lugar, la dificultad en identificar rostros y nombres, me hace ser cauto. Y cuando no lo soy, me equivoco. Bueno, es una situación parecida a la de aquél que me preguntó: ¿es usted Hermano?
A pesar de todo, no dejo de acudir a las convocatorias que fielmente me comunica Juan Bautista. Obedezco así a una norma personal de no aislarme. Él fue quien me descubrió en mi nueva residencia de un cuarto piso de la calle San Francisco. El fue quien el primero, tuvo la humildad y la amabilidad de venir a verme. Aquí vivo mi retiro. Hace 7 años que cerré la última etapa de mi vida activa, África. He plasmado mis recuerdos en un libro, “Afrika, bihotz-minez”.
Agradezco a quienes el día 23 de mayo se acercaron a saludarme y a dialogar conmigo. Con otros, tomé yo la iniciativa. Fueron momentos fugaces pero que para mí resultaron intensos, donde surgieron preguntas importantes que me ayudan a comprender, y a admirar, vuestras vidas.
Jokin Otaegi.
Me recordaréis como H. Joaquín Casiano
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